jueves, 9 de mayo de 2024

¿Qué fuimos?

 


¿Qué fuimos?

 ¿Amantes, amigos, compañeros o camaradas?

¿Fuimos eternos finitos, truhanes o pecadores?

¿Santos que van a los cielos por sus buenas acciones?

¿O fuimos la luz de las almas con la pasión y el deseo?

 Fuimos tercio de la nada, oraciones de los credos

El amor y la vida, la muerte y el misterio.

Sonriendo llegaste con el anillo, lo pusiste en mi dedo

Y sentí que el universo, era solo nuestro.

Y no recuerdo los meses ni lo que ocurrió aquel día

Pero en el mes de febrero, él me vio de novia vestida.

Yo no iba de su brazo, ni le miré sorprendida

Pero un suspiro cruzamos entre la muerte y la vida.

Y así pasaron los años, y así pasaron los días

Con el corazón preguntando ¿qué sería de su vida?

No volví a verlo en el banco en el que tanto he soñado

Lo busqué por todas partes sin poder encontrarlo.

 En el banco, en la plaza, en el mar ni en la colina.

Por la calle de las ánimas testigo de nuestras citas.

Ya nunca volví a verlo aunque a Dios se lo pedía

En una cama de hielo tiritando en la agonía.

 Siempre me lo imaginaba con su sonrisa prendida

Llamar en noches de luna, junto a mi reja que florecía.

Ahora, acabando mis días, soy una mujer dormida

Que no siente lo que sentía, cuando él me poseía.

 Pronto me iré de este mundo con más de dos mil heridas

Imaginando aquel día…que se fue, con el macuto de su

Cobardía.

Y pienso en aquella tarde cuando me trajo el anillo

Cuando de pasión sus ojos… resplandecían.

Si Dios me dejara ahora elegir  algún recuerdo

Que me ayudara a traspasar la línea de muerta a viva.

Que me perdone mi esposo y que me perdone Dios

Elegiría cualquier momento, que pasamos él y yo.

 

Encarna Recio Blanco.


lunes, 6 de mayo de 2024

En lo alto de una encina...


En lo alto de una encina.

En el monte solitario.

Entre las olas del mar

Un truhán viene cantando.

 Un cantar que yo no entiendo.

Unas letras caducadas.

Una sonrisa fingida

Con una venda tapada.

 Las ninfas y los demonios

Le acompañan en su farsa.

Vienen con la capa negra

Con laúdes y guitarras.

El cortejo se aproxima

A la encina solitaria

Donde yo mecía mi amor

Lejos de  viles patrañas.

Quiero correr y no puedo

Estoy de manos atadas.

Con los ojos bien abiertos

Pero no puedo ver nada.

 El Cielo me abre sus puertas

Para asilar a mi alma

Que huye despavorida

De este mundo que me engaña.

  

Encarna Recio Blanco.



domingo, 5 de mayo de 2024

Madre…cuantas veces mi pluma sencilla


Madre…

Cuantas veces mi pluma sencilla se calla con miedo,

Se queda sin tinta y el papel se rompe.

Nunca pude madre estando consciente hacerte un poema

Como te mereces.

Fui la oveja negra en redil caliente.

Fui la incomprendida, la que quizás no merece

Llevar tu apellido Blanco cual la nieve.

Fue tu primer beso, promesa, fue tu constancia mi guía,

Fueron aquellos cachetes luz, para mis negros días.

Fuiste poniendo pontones a mis desvaríos de niña

Para que fuera muy limpia, no sólo para ir a la escuela

Si no, para ir por la vida.

Un buen día de tu nido voló tu paloma herida

Y se puso sola  remontando sendas valles y colinas.

Lejos de ti comprendió porque tantas regañas

¡El “Ten cuidado! ¡No corras! ¡Y heme aquí con mil heridas!

Ahora me paro y medito, ahora que ya no soy niña,

Y me duele el corazón y me duele el alma mía,

Por no saber si llegué, a lo que soñaste un día.

Recordé tanto mi escuela, a mi maestra,

Y aquella farmacia fría donde yo, aun tan pequeña,

Ya escribía mis poesías.

Poesías que siempre hablaban de lo que desconocía,

De lo que me imaginaba, de lo que después vendría.

¡Al amor pobre de mí! A la vida y era tan niña,

Y esas cosa que hoy conozco antes, que distinta las creía.

Hoy con los años se tornan en realidades tan frías

Que te hielan las entrañas que te aterida tus días.

Por eso añoro las cosas madre de cuando era una niña.

Sé que el mundo me enseñó cosas que tus no sabías

Y que si las conocías…siempre tú las silenciaste

Para no tarar mis días.

Pero como es imposible ir de buenas por la vida,

Porque los golpes te hacen abrir los ojos aprisa.

Se endurecieron mis huesos, trabajé como tú hacías

Y esquivé las zarzas negras que a mi paso florecían.

Y aquí me tienes, ya hecha casi una mujer prendida

De este mundo más bien malo, con mi alma más bien limpia.

Otra vez madre lo intento, pero ya ves, no es poesía,

Fueron suspiros al viento que recoge esta cuartilla.

Otra vez madre será, cuando mis musas dormidas

Despierten, prometo hacerte Madre…

La mejor de mis poesías.

 

Encarna Recio Blanco.

 

viernes, 3 de mayo de 2024

La noche cual espía nos vela...


 La noche cual espía nos vela

Sobre los acantilados

De tus piernas

 Que navegan por mi mar.

 ¡Poséeme te grito!

 Tú me contemplas

 Con cara de ansiedad.

Y los remolinos de mi cara

Se encienden cuando ya…

No puede más.

 La noche cual espía nos vela

 Y nos  deja llegar…

Al infinito oasis

Del placer y de la paz.

 

 Encarna Recio Blanco.



jueves, 2 de mayo de 2024

Aquí, sin ti...


Aquí, sin ti, ya sé lo que es la muerte,

Pero no te lo digo para no entristecerte.

Quiero que te sonrías

Para que siga habiendo claridad en los días.

 Quiero que no se empañe tu mirada,

Pues, si no, no habrá estrellas, ni habrá luna, ni nada.

Y, sobre todo, lo que quiero y quiero

Es un año que tenga doce meses de enero.

Aquí llueve y no importa, pues la lluvia es tan leve

Que al leer esta carta no sentirás que llueve.

Pero cierro los ojos y te recuerdo tanto

Que casi se diría que está lloviendo llanto.

 José Ángel Buesa

 Encarna Recio Blanco.



miércoles, 10 de abril de 2024

Algunas veces...

 

 

 Algunas veces aplaco a las fieras de mi conciencia, mientras ellas revolucionadas, gritan tu nombre,  las calmo con mis manos, pero se cuelan entre mis dedos y vuelven a enfurecerse.

 Hay un león cobarde que duerme en una jaula de oro, no come carne y apenas  gruñe, ha prometido no despertarse hasta que tú regreses.

Un hombre de paja viene de un país lejano a pedirme un corazón, no puedo darle uno, porque  solo tengo éste, y ya, ni tan siquiera late.

Me encuentro con un duende de alas de plata, que se pasea grácil entre mis recuerdos, juguetea con ellos y destroza el que no le gusta.

Una ninfa  enamorada suspira por un astuto muchacho que un día, decidió no creer jamás.

Apareció de pronto entre la bruma, una sirena  ciega, buscando con las manos  un amor perdido, entre las arenas de aquella playa desierta, he intentado ayudarla pero yo también estoy ciega y no puedo socorrerla.

Una bestia humana llora angustiada, por el dinero perdido en la ruleta de la vida, sus manos son terribles y sus ojos me impiden ver su alma, me ha pedido silencio, pero es imposible darle Paz y menos aún, calma.

Un jorobado enamorado de una princesa, se resguarda bajo el palio de una iglesia, he intentado no juzgarle, pero mis convicciones me impiden  hacerlo.

Muchos más personajes, hoy se han paseado entre mis sueños y  por mis bellas historias, no puedo darles  cabida a todos, porque mi vida, ya no es un  cuento.

Aunque sea la historia de amor más grande, jamás contada.

 

Encarna Recio Blanco.