¿Me sientes?
¿Me entiendes?
Pues entonces…
Te mando desde lejos
Este beso.
Encarna Recio Blanco.
¿Me sientes?
¿Me entiendes?
Pues entonces…
Te mando desde lejos
Este beso.
Encarna Recio Blanco.
Salimos
a pasear mi perro y yo.
El
miraba para el suelo oliendo sin descansar
Yo
miraba a las estrellas que no querían alumbrar.
Me encontré con un sereno de esos que no
quedan ya…
Me
saludó cortésmente pero no era de fiar.
Después a dos zagalones de esos que te hacen pensar,
Que tu
bolso peligraba por el tirón infernal.
Más
adelante, a una señorita en la esquina descará
Que me
pedía un cigarro y yo no fumé jamás.
El cura venia rezando un místico ritual
Con la
cara cabreada y un rosario le colgaba
Debajo
de la sotana.
Una
pareja se besa detrás de aquella ventana,
Y mi
perro se hace un pis, de mala gana.
A un lotero
cojeando, a un relojero asustado
Porque
dicen que al barbero en la calle lo han robado.
Un cantinero cabreado porque no vende ni un vino
Y el
que vino se marchó por las palabras que dijo.
Calle
mayor con farolas amarillas como cirios
Con
sombras que van andando sin corazón por testigo.
Me mira cansado el perro cuando saco mi bolígrafo
Y me
subo a la palmera de mi amigo Rafaelillo.
Y allí
arriba sigo con la faena de mis poemas en la palmera subida
Hasta
que llega la poli y me dice, que baje de
allí en seguida.
Que no son horas de hacer terrorismo literario, que es muy tarde
Y estoy
expuesta a cualquier desastre.
Me
encamino hacia las ánimas donde tengo mi escondrijo…
Y ellas
me acompañan silenciosas, llevando a Dios por testigo.
Encarna
Recio Blanco.
Cuando
me da por pensar
Doy la
vuelta al mundo y vuelvo
Me
traigo en una maleta
Lo que
no puedo con ello.
Lo que veo y no me gusta
Trato
de recomponerlo,
Pero sola
en el atajo veo
Que no
puedo hacerlo.
Si tuviera cuadrilla
De
brazos firmes y rectos.
Si la
justicia pesara
Con
balanza sin agujeros.
Si en los mares sólo hubiera
Brisas
que estén al acecho
Sin
pateras con los cuerpos
Muertos
de frío y de miedo.
Con la mitad de las armas
Que hay
en el mundo entero,
Comerían
esos niños
Que de
hambre están muriendo.
Mi mente está muy enferma
De gritar
al mundo entero
Y mi
corazón me dice
Que me calme
que más no puedo.
Sólo a Dios puedo pedirle
Que me
haga un mundo nuevo
Porque sola
con la carga
No
puedo arreglar el viejo.
Encarna
Recio Blanco.
Cayendo está la tarde
Del incipiente otoño
El sueño errante
despierta
Mis apagados ojos.
Sobre los negros silencios
El parque florido
duerme.
De los bancos las
sonrisas
De los niños se
desprenden.
Desde el cielo las estrellas
Cálidas como los
besos…
Aparecen fulgurantes
De su perezoso sueño.
Cayendo está la tarde
Del incipiente otoño.
El viento a veces
suave
Se torna misterioso.
El parque queda en silencio
Sin los juegos y sin niños
Se balancea el
columpio
Con un pajarillo
herido
Ya nadie queda en el parque
Sólo yo escribiendo
versos.
¡Ya está bien dicen
mis musas!
¡Que tenemos mucho
sueño!
Encarna
Recio Blanco.
Mis lágrimas
Han vuelto a limpiar
El maquillaje
Profano de mi cara
Y corriendo…
Me maquillo
nuevamente
Para seguir esta farsa.
Encarna Recio Blanco.
En la noche de los
Santos
Están las calles
desiertas
El olor a crisantemos
Por los aires se
recrean.
Está la noche llorando
Las velas
relampaguean
Y una música lejana
En el cielo parpadea.
Un susurro de guitarra
Acecha triste y
sereno
Y en el mensaje nos
dicen
Que nos están
protegiendo.
La luna desde lo alto
Esta noche está
callada
Dos estrellas a su
lado
La acompañan en su
danza.
En el monte se oyen pasos
Alguien camina sin
tregua,
Llevan flores en el
brazo
Y en las manos unas velas.
Es la luz de los recuerdos
Que siempre se
llevan…
Como las olas del mar
Que devuelven hacia
la arena.
Hoy es el día de los Santos
Y os quiero felicitar
Viviendo de los
recuerdos
Se puede resucitar.
Esta noche de los Santos
A todos os quiero decir
Que aunque no estén
en la tierra
Sus almas siguen
aquí.
Encarna Recio
Blanco.