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lunes, 20 de octubre de 2014

En el silencio de mi...



En el silencio de mi implacable soledad...

Cada noche me disperso sin saber a ciencia cierta,

Si vivo, o si muero.

La calle huele a estopa y paja consumida.

A mujeres  preñadas y maltratadas.

A delincuentes de alto rango que portan

Tarjetas muy negras en sus sucias manos.

 Huele  hipoclorito y el agua nos amarga.

A  hombres con la peste y con trajes de marca.

¡Qué pena  Dios mío!

No tener un buen desinfectante para eliminarlos

 ¡Para siempre de la faz de la tierra!

El virus de los sinvergüenzas, corruptos y dañinos

Nos atacan

Sin que ellos no tengan un atisbo de compasión

 En sus acciones y palabras.

Agrediendo a enfermos que postrados, se debaten

Entre la muerte y la vida, para salir de tan negra batalla.

Huele a corrupción, a saqueo, a bandidos que atracan

A los más humildes, desoyendo sus  voces

 Que claman, para que se haga justicia

De una vez por todas,  metan entre rejas

A los que roban, a mano armada.

Huele por la calle a seres amordazados

En la cárceles de la desconfianza.

A togas mohosas y compradas.

A niños y ancianos sin derechos sociales

Y sin esperanzas.

Y aunque no quiero contagiarme…

No quiero ni puedo, taparme la boca.

Sigo en la contienda…para ver si de una vez por todas,

Se acaben las injusticias... que nos asolan.

  

Encarna Recio Blanco.