Madre
abre el arcón negro y saca mi túnica morada
Que
a la vuelta de la esquina, está la Semana Santa.
Ya tocan a duelo Madre, ya se oyen las
campanas.
Ya
viene solemne y triste…la Virgen de la Esperanza.
Por
las calles va el cortejo, hasta que despunte el alba,
Bajo
un cielo sin estrellas y una luna desmayada.
Huele
a cera derretida Madre, a pecados cometidos.
A
las heridas abiertas de Nuestro Señor Jesucristo.
Ya
voy descalza tras ellos escondiendo mi
pena
Y
mis lágrimas, que resbalan por mi cara,
Cuando veo tan triste, a Su Madre enlutada.
Al
Nazareno voy clamando desde el fondo de
mi alma.
Descalza
y desgajada voy pidiendo, el perdón
Que
quien lo mira lo alcanza.
El
perdón para este mundo que lo profana.
Lo
pende de un leño y lo clava en el madero,
Con su sangre celeste derramada.
Le
pido por los mayores olvidados.
Por los enfermos sin esperanzas.
Por
los pobres de espíritu, y por los
Que
no tienen alma.
Por
los niños solos y abandonados.
Por
los mayores olvidados.
Por
los desterrados sin país, ni casa.
Y
por todos aquellos, que no creen en nada.
¡Voy
pidiendo la Paz del mundo Madre,
¡Que
nos hace mucha falta!
Para
que las guerras terminen
Y
se eliminen las armas.
Al
ver al crucificado la Tierra y los Cielos
Lloran.
Y
yo madre, en duelo sigo acompañando…
A
la Virgen de la Esperanza.
Encarna
Recio Blanco