Y aquella noche me volví loca.
Salté de la cama desnuda,
Y me adentré por una senda
Negra, fría y oscura.
Fui al encuentro de la amanecida,
Que veía con la brisa marina.
Con caracolas al hombro
Cantando, una dulce melodía.
Le pregunté si podía
Caminar a su lado,
Para que sosegara la locura
Que llevaba bajo el brazo.
Sonriente miraba
La palidez de mi cara,
Y con mano temblorosa
Limpiaba mis lágrimas.
Por aquel, que no me amara.
Que el corazón solo se entrega
Al que te regale el alma.
Le conté de mi locura,
Por tener mi corazón en una jaula.
De mi lucha y de mi llanto sin tener,
Quien me ayude en la labranza.
Porque no puedo olvidarme
De los sin techo.
De los niños que tienen hambre,
Y de los que están enfermos.
De esas fronteras cerradas.
De esas abiertas contiendas.
De esas mujeres que mueren,
A manos de la violencia.
De los viles mandatarios
Que solo quieren el poder, y el dinero,
Sin percatarse que hay otros,
Que de hambre están muriendo.
Nos despedimos al ocaso
Cuando el Sol ya se ocultaba
Por los Cielos
Y me dejó por testigo
Dos caracolas llenas de besos.
Encarna Recio Blanco.