martes, 4 de marzo de 2025

Cuando ya sea vieja de remate...Reflexiones.


Cuando ya sea vieja de remate, haré aquellas cosas que no pude hacer antes. Me teñiré el pelo de verde, o de granate, total, me quedarán cuatro pelos si llego, ya que de joven, me las tenía que arreglar, entre pelucas y pañuelos.

Las uñas, me las cortaré al rape, ya que siempre las llevaba largas e impecables. Mis manos, fueron siempre mi carta de presentación, presumí de ellas, y muchas envidiosas me decían: ¡Claro, como no friegas los platos! Sí que los fregaba, pero las labores de mi casa, siempre las hacía enguantada.

Me sentaré con los niños del parque, y jugaré a la comba con ellos, así compensaré mi austeridad de antaño.

Cuando yo era muy niña, ya estaba en la farmacia con mi bata blanca, cual un pajarillo en la jaula encerrada. Siempre leyendo poesías, repasando las matemáticas, con pocos juguetes, y muchas hermanas.

Me compraré un bastón con ribetes dorados, como el que llevaba siempre Antonio Gala, y si me saliera un ladrón al encuentro, ¡le romperé la cara! No me meterán en la cárcel por tan grande trastada, porque me verán tan vieja, tan vieja, que dirán: ¡Vamos a dejarla, ya que está más loca la pobre, que una cabra!

Cuando ya sea vieja de remate, me pondré una pamela de paja, aunque no me haga juego con mis sayonas largas, mis collares de perlas, de colores, de cristales, aquellos,  que yo misma engarzaba, en las largas noches que esperaba, al truhan que nunca llegaba, (Aún lo sigo esperando…más vale que no apareciera, entonces, ni ahora, porque si llegara a verme, se espanta)

Me adentraré en la iglesia con una mantilla blanca, ya que el color negro siempre me asustaba, y retaré a las viejas que rezan mirándome, cuando altiva pase con mi porte, cual reina destronada.

Cuando llueva, caminaré descalza por el paseo de los rosales, y entre charco y charco, cargaré las pilas, que seguramente, estarán más secas que las uvas pasas, y hasta puede que mis callos se  ablanden, sin tener que ir al “Centro de Mayores” que me cobraban una buena pasta.

Me sentaré en la terraza del casino por las mañanas, con mi café y mis cigarrillos, haciendo mis crucigramas, sin prisas, tranquila y relajada, oyendo tal vez, decir al paleto de turno entre dientes, mirándome a la cara y diciendo en voz baja, “La que tuvo retuvo” a su edad, la tía, sigue estando guapa” sonreiré complaciente,  por el piropo supongo, porque estoy segura, que  seguiré siendo, una coqueta redomada.

 Continuaré, echando mis quinielas, soy tenaz en que la suerte algún día venga,  como no se de prisa, me encuentra ya en la negra caja. Nunca me tocó ni un reintegro, ni en una tómbola, aquella muñeca por la que siempre suspiraba, nada, pero no desistiré, porque el destino y la suerte, andan siempre un tanto despistadas.

Seguiré fumando, aunque el médico me diga que ya mis pulmones no puedan, con la carga, de la feroz nicotina, que seguramente, me tendrá asfixiada, total para lo que me queda, diré pensativa y abrumada, y entonces, daré a mi cigarrillo una buena fumarada.

¿Al centro de Mayores? ¡Ni hablar! allí no pisaré, porque hay viejos, reviejos, que se toman mil pastillas, para los dolores del cuerpo, y los del alma, ni se los miran, ni se los tratan.

Estoy haciendo este repaso, sin saber si voy a llegara vieja revieja, pero eso de escribir me hace que las cosas,  si con ansias las deseas, se cumplan.

Seguramente hare más cosas, y que ahora ni me pasan por la cabeza, cuando me pasen, os haré partícipes de ellas.

 

Encarna Recio Blanco


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