Son tus labios mi destino.
Tu cuerpo mi desatino.
Que se retuerce en el lecho
Cuando no duermes conmigo.
Por donde poder entrar,
Hasta el castillo encantado
Donde prisionero estás.
Noche y día sin parar,
Voy apartando
alambradas
Para poderte encontrar.
Del rocío, de la mañana.
De la lluvia cuando moja
Mi cuerpo que te reclama.
Voy rezando una oración
Por estos campos sin almas
Que muy tristes me responden
Que la meta está lejana.
Por la senda que verdea
Cuando el crepúsculo asoma
Por la empinada ladera.
Por si las fieras acechan
Para mañana seguir buscándote...
Por todos los rincones de la tierra.
Encarna
Recio Blanco.
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