Cuando lleguen a tus manos mis
ofrendas
Que desde esta oculta colina te envío
Cierra los ojos y siente el amor que
me sube
Y que te mando con mis cinco sentidos.
¡Cómo llamarle a este amor! ¡Cariño mío!
Cuando en él se conjugan el cielo y el
infierno
Cuando la alegría con el dolor se
aúnan
O cual un cometa que cae y se estrella
en la tierra.
Sabiendo que no es la distancia lo que nos separa
Ni puedo encontrarte en las alturas por
donde voy
Trepando agotada
Y me vuelvo taciturna con el macuto pesado
a la espalda
Subiendo y bajando hasta la solitaria
estepa que me acuna.
¡Cómo llamar a esta melodía tan maravillosa!
Teniendo desafinada y sin cuerdas mi guitarra.
Soy esa odalisca que espera poder bailar
Entre tus brazos la danza de las esperanzas.
¡Qué tristeza estar aguardando un imposible!
¡Qué desasosiego vivir entre zarzales
y espinas!
Que van floreciendo al compás de una
lluvia
Que no calma mi sed, ni riega mis
semillas.
¿Y por qué han de esconderse de este mundo?
Las verdades que encierran almas
limpias
A la vera de los almendros que florecen
Escoltados de palomas campesinas.
¿Y por qué pregunto al cielo que dormido?
¡Contestarme nunca quiere!
Bajo este limonero espero cada noche
Que la luna me haga un guiño placentero.
Me lamento de nuestra suerte en esta orilla
Donde el destino retoza descarado.
Sin importarle que fue de nuestras vidas
Cuando nos separó, tan largos años.
¿Y porqué no has de venir si yo te espero?
Adosando mi impaciencia al sutil eco
De una mensajera con las alas rotas
Clamando al cielo seguir tu vuelo.
Si algún día aparecieras a hurtadillas
Por mi huerto florido
de azahares
Te ofrecería lo mucho, o poco que me
quede
Del sufrimiento y el amor… que estoy
guardando.
Encarna
Recio Blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario