Removiendo
a dentelladas la tierra
Voy
como una fiera salvaje.
Entre
los recovecos de lo indómito
Me
pierdo, sin encontrarte.
Con el alma a flor de nardo trajino.
Mi
talle se ha quebrado,
Y
del rosal se ha desprendido,
Dejándome
las espinas
Clavadas como cuchillos.
Como hijos pródigos mis besos
A tu boca se afanan por llegar,
Y
aunque quiero retenerlos
No
puedo, y les dejo escapar
Tengo temores de demonios.
Espadas de guerreros al acecho.
Silencios
que gritan siempre
El
gran amor que te profeso.
Encarna
Recio Blanco
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