Sólo la brisa arropa mi cuerpo
Que te desea.
Cual flor reciente, quiero que te emborraches
Al beber el jugo que te ofrezco.
La tormenta acecha y mientras tanto,
Entre sus rayos ardemos sin sentir el trueno.
Limbos de margaritas en el lecho y tú…
Bebiendo cual sediento caminante,
El néctar de mis pechos.
Sumergen los calores
Se escapan los suspiros y en la cruzada,
Dos cuerpos traspasados ahondan,
En la batalla de labios y de huesos.
Flagelados de amor nos convertimos
En estatuas de sal que dormían en el mar…
¡Ni el buen Dios nos pudo separar!
Encarna Recio Blanco.
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