El adiós amargo llego muy despacio…Como un asesino buscando mi espacio, con
negros puñales, sin ojos, sin rostro, cual fantasma errante sentí su despojo.
Estaba
desnuda sin poder huir, el adiós cobarde venia a por mí, no pude decirle cuanto
lo amé, pero las palabras se fueron tras él.
Mi
tiempo, mi risa, mi forma de ser, se las llevó el viento, no supe que hacer,
incluso la muerte se apartó de mi, lloró por mi pena, y se fue de allí.
Aquellos
demonios estaban muy serios, sin más se marcharon por el cementerio, todos mis
momentos quedaron vacíos, sonaron acordes de un piano frío.
Tardé
mucho tiempo en poder andar, y gritaba al mundo que parase ya.
A duelo
te reto destino cruel, otra vez me has condenado...A vivir sin él.
Encarna
Recio Blanco.
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