En
tus ojos divisé el adiós y se encogió el alma mía
Al
ver que solo quedaba a mi lado, la pena y la melancolía.
La noche lloraba en nuestra despedida,
Cuando abracé tu cuello calladamente te dejé
mi vida.
No hubo lágrimas en tus ojos, ni sonrisas en las mías
Nos
separamos como dos extraños, aunque la sangre nos hervía.
Tú te fuiste con ella pensando tan sólo en su dinero,
El
que por vida te encadenó a una penitenciaría.
El tiempo me dio la razón cuando os vi pasar un día
Por
la calle de las ánimas con la cruz de la
agonía.
Hoy solo me queda este verso que escribo en esta tarde
Tan fría al sentir que perdimos nuestro amor
En
aquella despedida.
Encarna Recio Blanco.