Un día te pregunté si me querías
Y en tus ojos vi clavada, la espina.
Te miré muy asustada y ni el silencio respondió.
No hicieron falta palabras supe de tu desazón.
Con una lanza clavada en mi pobre corazón,
Me fui cargando mi pena por la calle del dolor.
Seguía veloz corriendo queriendo escapar de ti,
Y pasé junto a esa calle donde un beso te pedí.
Te vi con ella del brazo un día del mes de abril
Llevabas cera en tu cara y al verme, te la encendí.
Al pasar por mi lado en mi boca concebí
Aquel beso que fugado, de tu boca, vino a mí.
Encarna Recio Blanco.