Y no podrás olvidarme, por mucho que te lo propongas
El corazón no es la mente, y generalmente enciende
Esa llama poderosa del suplicio de quererme.
Cuando llegues a tu lecho y te acuestes con el hielo
No busques allí calor, lo dejaste en mi cuerpo.
Doy cien vueltas a esta noria, que no se quiere mover
Soy una bestia salvaje con hambre, y con sed.
Todo queda en la estacada de un abismo que suicida
A
este amor, que ya zozobra, por tu poca valentía.
Dejo a un lado la coraza de mendiga para decirte esta noche
Que soy la reina de mi vida, y de tu vida.
En estas sombras sin fin, bajo un cielo sin estrellas,
Quiero morir si no encuentro, en este túnel, la salida.
Es la primera vez de todas, que no suplico un te quiero.
¡Hoy está llorando Dios! ¡Hoy está llorando el Cielo!
Encarna Recio Blanco.