Señor Alcalde: Francisco Hernández Quereda.
Para los amigos…
simplemente, Paco el Alcalde.
No sé cómo voy a
hilvanar estas palabras Paco, que bullen en mi corazón y se niegan a salir
ordenadas de mi cabeza, pero tengo la necesidad de hablarte, ahora que solamente
tú me oyes, y donde ya estás en esa
eternidad tan temida, al lado de la Santísima Virgen del Carmen a la que tanto amabas.
Anoche, después de tu
triste despedida en la iglesia de Beniajan abarrotada de gente, recordé a
grandes rasgos tus luchas, tus sin sabores, las ingratitudes que tuviste que
sufrir de la personas, que tal vez,
menos esperabas, pero la vida es así y dicen que cuando te vas para siempre es
el día de los halagos.
No es este el caso Paco,
porque sabes que hay mucha más gente que te quiso y te quieren, que los que te laceraron.
Rememoré aquellas entrevistas
que te hice en la Radio, siempre con la sonrisa en tu cara, y con ese talante
tan especial que siempre en ti florecía.
Recordé los buenos y
malos momentos de tu lucha por un pueblo que te dio la vida y que también, fue
mermando tus fuerzas poco a poco, a base de incomprensiones y desgarros, por
los avatares que te tocaron lidiar, durante estos largos años al frente de este,
tu pueblo, con el corazón por bandera y siempre a pecho descubierto.
El Bojar en pleno vino a
tu despedida, Beniajan y todos los
pueblos colindantes vinieron a
despedirte, así como las autoridades más representativas del Gobierno de Murcia, tus amigos y compañeros de fatigas.
Allí estuvimos todos,
frente a tu féretro, para darte el último adiós. Aquellos que te amaron tu
familia, aquellos que te quisimos, los que te admiraron, los que te ignoraron,
los que te envidiaron, los detractores, todos estaban ante ti, con respeto y
con ese dolor tan grande por tan fulminante partida.
Cuando la banda de
música (por la que tanto luchaste) te acompañaba, se hizo un tremendo silencio,
las lágrimas brotaban sin cesar de todos los que observábamos la triste comitiva,
cuando a la iglesia te adentraban y donde pudimos ver, y oír, a D-Antonio
llorando ante tu ataúd, en una homilía sentida
y dolorosa, “Cuando un amigo se va”…empezaba diciendo con sus rotas palabras.
Cuando me dieron la
fatal noticia de tu partida no me lo creía, como tanta gente cuando se
enteraron, y lloré a escondidas, y te hablé sobre aquellas cuartillas que has
dejado a medio escribir, y que me contabas que estabas escribiendo.
Te seguiremos viendo en
las fiestas de Beniajan y en todos aquellos actos donde nunca faltó tu
presencia, tú entrega, tu trabajo, subiendo
y bajando a las fiestas del Bojar, en las procesiones, en las barracas, por la
calle mayor, por las huertas, hablando y sonriendo a todos los que a tu paso y con
tu recuerdo, estarás por siempre entre nosotros.
Decirte que ya te
echamos de menos, que las personas como tú, no mueren nunca del todo, porque las semillas de tus obras,
seguirán floreciendo en esta Bendita tierra donde ahora, hasta el azahar llora,
por tu partida.
Y como decía M.
Hernández a su amigo Ramón Sijé…Te diré…
Que temprano madrugó la
madrugada, Paco… temprano levanto la muerte el vuelo… a las aladas almas del almendro te requiero…que aún teníamos
que hablar de muchas cosas, compañero del alma… compañero.
Encarna Recio Blanco.
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