¡Alto el fuego
dictadores! parad esa guerra sin razón, y hacer que desaparezcan del mundo todas las armas.
¡Gobernantes de esta
tierra! ¡Escuchadme por favor! Parlamentar con el alma para que acabe este
horror.
Desterrar de este
infierno a los mercenarios, a los
sicarios, a los temerarios, y a todos esos dictadores sanguinarios. ¡Alto el
fuego tiranos enfermizos! sin corazón ni conciencia, os ensañáis cruelmente con
muchos seres humanos como fieras hambrientas.
Estáis matando a
inocentes sin motivo y sin razón heridos perecen sin que nadie oyera su último
suspiro en esta tierra. ¡Alto a esa
cruel violencia! que cada día nos espanta al ver la sangre derramada de
los que no tienen culpa de nada.
¡Alto que ya no se mata! ¡Alto por tanta
consternación! ¡Pobres de los que murieron! Y nadie les escuchó. Pagaron con
sus vidas sin saber a ciencia cierta la razón por lo que luchaban en el frente
de esa vil contienda.
¡Alto a la barbarie
brutal! A las bombas que asesinan, y a esas ristras de palabras vuestras, que
no solucionan nada. ¡Parad malditos esta guerra! Sólo os ciega el poder malsano,
con la guadaña en vuestras manos vais segando miles de inocentes almas.
Ellos sólo querían vivir
en Paz y en Democracia, ansiaban la libertad y el amor, abrigados en sus casas.
¿No veis a niños muriendo? ¿No veis a madres pariendo? ¿No veis a esos viejecitos? Que no pueden ya
ni con su alma.
Con sus casas derruidas,
con su patria destrozada, dejando a sus hijos con las metralletas en sus manos,
en esa negra batalla.
Errantes vais entre las
bombas que estallan, buscando una tierra que os acoja, un poco de comida y un
abrazo de aquellas personas solidarias y generosas.
¡Estoy muy triste por
ellos! Por los que sin culpa murieron, entre amasijos de ira, de esos cobardes
que dictan sentencias y leyes, desde sus palacios con negras entrañas.
¡Dios mío! ¡Dios mío!
estoy muy triste ¡Solo me quedan las palabras! Y el dolor al ver, aquel padre que se fue a la guerra, cuando su
hijo estaba naciendo.
Estáis vulnerando los
derechos humanos de un pueblo que en paz vivía, con su sangre derramada, con
sus calles destrozadas en ruinas.
¡Alto el fuego
dictadores! ¿Es que no os queda en vuestros corazones?
¿Ni un solo gesto de magnanimidad? ¡Es Dios
quien nos da la vida! ¡Y sólo Él,
Nos la puede quitar!
Hoy clamo al Cielo y le
pido a Dios ¡Que nos mande la Paz al Mundo!
Que ilumine esas
conciencias, y deshaga el frío de sus heladas almas.
Encarna Recio Blanco.
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