Inundando de arena su boca que silenciaba sus penas.
Y los rayos junto a ella serpenteando sin piedad, caían.
Entre el viento huracanado y el rugir de la tormenta.
Su cuerpo se desplomaba, como una alondra sin alas.
Para acallar a sus adentros en tan dura batalla.
Con un mensaje en su pico que decía;
No suspires ni llores por alguien…
¡Que no te ama!
Encarna Recio Blanco.
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