jueves, 23 de septiembre de 2010

Y yo sin enterarme


 
Los árboles empiezan a desnudarse
perezosamente…
las calles se alfombran
y el viento las barre.

El aire me gruñe
con un mal talante
cuando por el parque
ya no veo a nadie.

El sol se ha quedado
durmiendo en el Cielo
con una bufanda
atada en el cuello.

Vuelven mis nostalgias
irritando a mi cerebro
que se resiste a  entrar
por estos derroteros.

No me gusta el otoño
con sus cirios ardiendo…
ni la noche de los Santos
ni el Santo entierro.

Ni que el almendro se quite
su blanco velo
ni que el azahar se esconda
entre la lluvia y el viento.

Otoñeció de pronto
sin yo quererlo.

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