viernes, 8 de enero de 2010

En la fuente milagrosa.





En la fuente milagrosa de tus labios
aquella tarde sediento me dejaste beber
y cual ceremonia sagrada la bebía
en aquel oasis de amor y placer.

Como equipaje llevaba
muchas penas a mi espalda
y un fiel perro en el camino
que siempre me acompañaba.

No hicieron falta palabras
ni saludos del encuentro.
 Nuestros ojos dijeron...
lo que sentimos por dentro.

Encarna Recio Blanco.

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