Era la
noche callada…
Ni el
viento soplaba entonces.
Ni las
estrellas del Cielo
Me
pronunciaron tu nombre.
Me
llamabas desde lejos
Con aquel
tenue susurro
Y mi alma
alborozada
Sintió de
pronto tu embrujo.
Noté como
me besabas.
Como
tomabas mi cuerpo,
Y en
aquel dulce letargo
Se
esfumaron mis tormentos.
Era la
noche callada…
Y el
viento venia contento.
Y las
estrellas del Cielo
Alumbraron
nuestro encuentro.
Locura
entre las locuras
Del alma
y del corazón…
De este
amor tan infinito
Que sólo
lo sabe…
Dios.
Encarna Recio Blanco.
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