Parece que llega la calma…
Que mi león se ha dormido
En la jaula de mi alma
Donde lo llevo escondido.
Parece que ya las nubes
Atrás dejaron los truenos.
Que la lluvia ya no llora
Porque tú, estás en mi lecho.
Silencio, que nadie turbe
Estos minutos eternos.
Que nuestros cuerpos sólo gocen
En el tálamo revuelto.
Que en el Cielo las estrellas
Desaparezcan,
Para que nos acune la noche
A solas, y entre velas.
Que calle el Mundo un momento.
Que nos dejen con el sabor
De nuestros besos.
Que tan sólo se oiga
El jadear de nuestros cuerpos.
Sube la marea azulada
Sobre nuestro cuerpo y nos envuelve
Por los acantilados del deseo,
Y en el éxtasis, caemos.
La madrugada aparece sigilosa
Ofreciéndonos sabores nuevos.
Con el estribillo impenitente
De los te quieros.
Encarna Recio Blanco.