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domingo, 3 de junio de 2018

Me lo contaron ayer...


Me lo contaron ayer las lenguas de doble filo,

Que te casaste hace un mes y me quedé tan tranquilo.

Otro cualquiera en mi caso, se hubiera echado a llorar,

Yo, cruzándome de brazos dije que me daba igual.

Y ná de pegarme un tiro ni liarme a maldiciones

Ni apedrear con suspiros los vidrios de tus barcones.

¿Qué te casado? ¡Buena suerte! Vive cien años contenta

Y a la hora de la muerte, Dios no te lo tenga en cuenta.

 Que si al pie de los altares mi nombre se te borró,

Por la gloria de mi madre que no te guardo rencor.

Porque sin sé tu marido, ni tu novio, ni tu amante,

Yo fui quien más te ha querido, con eso tengo bastante.

¿Qué tiene el niño, Malena? Anda como trastornado,

Tiene la carilla de pena y el colorcillo quebrado.

Y ya no juega a la tropa, ni tira piedras al río,

Ni se destroza la ropa subiéndose a coger nidos.

 ¿No te parece a ti extraño, no ves una cosa rara?

¿Que un chaval de doce años lleve tan triste la cara?

 Mira que soy perro viejo y estás demasiado tranquila.

¿Quieres que te dé un consejo? ¡Vigilia, mujer, ¡vigila!

Y fueron dos centinelas los ojitos de mi mare.

Cuando sale de la escuela se va pa los olivare.

Y ¿qué busca allí? Una niña, tendrá el mismo tiempo que él.

José Migué, no le riñas, que está empezando a querer.

 Mi padre encendió un pitillo, se enteró bien de tu nombre,

Te regaló unos zarcillos y a mí un pantalón de hombre.

Yo no te dije «te adoro» pero amarré en tu balcón

Mi lazo de seda y oro de primera comunión.

Y tú, fina y orgullosa, me ofreciste en recompensa

Dos cintas color de rosa que engalanaban tus trenzas.

Voy a misa con mis primos. Bueno, te veré en la ermita.

Y qué serios nos pusimos al darte el agua bendita.

 Más luego en el campanario, cuando rompimos a hablar:

Dice mi tita Rosario que la cigüeña es sagrá,

Y el colorín, y la fuente, y las flores, y el rocío,

Y aquel torito valiente que está bebiendo en el río;

Y el bronce de esta campana, y el romero de los montes,

Y aquella línea lejana que la llama... ¡horizonte!

¡Todo es sagrado: tierra y cielo porque así lo quiso Dió!

¿Qué te gusta más? Tu pelo. ¡Qué bonito me salió!

Pues, ¿y tu boca, y tus brazos, y tus manos redonditas,

Y tus pies fingiendo el paso de las palomas zuritas?

Con la pureza de un copo de nieve te comparé;

Te revestí de piropos de la cabeza a los pié.

A la vuelta te hice un ramo de pitiminí, precioso

Y  luego nos retratamos en las agüitas de un pozo.

Y hablando de estas pamplinas que se inventan las criaturas,

Llegamos hasta tu esquina cogidos por la cintura.

Yo te pregunté: ¿En qué piensas? Tú dijiste:

En darte un beso. Y yo sentí una vergüenza

Que me caló hasta los huesos.

De noche, muertos de luna, nos vimos por la ventana.

¡Chssss! Mi hermanito está en la cuna,

Le están  cantando la nana.

«Quítate de la esquina, chiquillo loco,

Que mi madre no quiere ni yo tampoco».

Y mientras que tú cantabas yo, inocente me pensé

Que nos casaba la luna como a marido y mujer.

¡Pamplinas! ¡Figuraciones que se inventan los chavales!

Después la vida se impone: tanto tienes, tanto vales;

Por eso, yo al enterarme que llevas un mes casada,

No dije que iba a matarme, sino que me daba igual.

Más como es rico tu dueño, te vendo esta profecía:

Tú, por la noche, entre sueños soñarás que me querías,

Y recordarás la tarde que mi boca te besó

Y te llamarás « ¡cobarde!» como te lo llamo yo.

Y verás, sueña que sueña, que me morí siendo chico

Y se llevó la cigüeña mi corazón en su pico.

Pensarás: «No es cierto ná, yo sé que lo estoy soñando»;

Pero allá en la madruga te despertarás llorando,

Por el que no es tu marido, ni tu novio, ni tu amante,

Si no el que más te ha querido. Con eso tengo bastante.

 Por lo demás, tó se olvida, verás cómo Dios te manda

Un hijo como una estrella; avísame de seguía,

Me servirá de alegría cantarle la nana aquella:

«Quítate de la esquina, chiquillo loco, que mi mare

No quiere ni yo tampoco». Pensarás:

 «No es cierto ná, yo sé que lo estoy soñando».

Pero allá en la madrugada te despertarás llorando.

 Porque sin sé tu marido, ni tu novio, ni tu amante,

Yo soy... quien más te 'ha querido...

 ¡Con eso tienes bastante! R. León


Encarna Recio Blanco.



miércoles, 21 de marzo de 2018

¡Poesía! ¡Quiero felicitarte amada mía!



¡Poesía!

 ¡Quiero felicitarte amada mía!

Te llevo  tan dentro que eres parte de mi vida

Si no te tengo a mi lado no sé lo que haría.

 Cual droga te busco para que me calmes

Para que me alegres, para que me ames.

Eres esa dulce melodía que me emborracha

Cuando el amor a mi puerta llama.

 ¡Te necesito!

Cuando el dolor siento, el desamor presiento

Cuando la risa me llena y  cuando la tristeza acecha.

 Eres compañera de mis fechorías

Cuando mi pluma a veces, se dispara con osadía.

Tratas de enmendarme pero soy tozuda

En el pensamiento y en la altanería.

 Eres un oasis por donde me pierdo

Cuando ya no puedo más con mi enorme cargamento.

Eres  mi paz  mi sosiego, alimento de mi alma

Compañera de fatiga en las batallas.

 ¿Qué te diría poesía en este día?

Si mi amor está muy lejos, y en otra compañía.

Que vivo y que muero, que grito y que lloro

Y que los cielos hoy, tienen mil cerrojos.

 Siempre te cuento mis cuitas y todo lo que acontece

En este mundo de locos, donde mi pluma perece.

Siempre demandando paz, sembrando esperanzas

Para aquellos que estén tristes

Florezca luz en sus almas.

 No sé si mi métrica será la adecuada.

No sé si los ritmos están  engarzados.

No sé si la estrofa está desmedida

Sólo sé, que es el corazón y el alma, quien me  lo dictan.

 Eres ésa dulce  pócima que me emborracha

Con el néctar de tu aroma mi corazón descansa.

Eres indescriptible, etérea bella por dentro y por fuera

¡Quien tuviera la llave para abrir tu puerta!

 "Decía León Felipe:”

Deshaced este verso, quitarles los caireles de la rima

El metro, la cadencia y hasta la idea misma.

¿Qué importa que la estrella esté rémora?

Y deshecha la rosa.

Aún tendremos el brillo y el aroma.

Aventad las palabras y si después queda algo todavía

Eso será…La poesía.

¡Felicidades…Amada mía!


Encarna Recio Blanco.




jueves, 12 de octubre de 2017

Caminaba muy deprisa ...


Caminaba muy deprisa por las sendas de la vida.

Quería llegar muy pronto a escalar las cimas.

Trepaba montes y valles, senderos con mil espinas,

Chozas donde descansaba a la vera de una hormiga.

Burdeles de carretera donde siempre aparecía,

Un rufián de no sé dónde, que cama quería.

Visité pueblos lejanos y a veces, me detenía,

Pues me ofrecían en la noche un poco de compañía.

Un colchón de paja pura, unas palabras benditas.

Un fogón con cuatro brasas que me revivían.

Proseguía mi caminar cuando el alba aparecía

Con mi macuto a la espalda siempre lleno de poesías.

En los palacios me escabullía por la puerta trasera.

Aquellas damas me miraban de muy mala manera.

Salía  a escondida para no ser vista

Mi atuendo desentonaba en aquella jauría.

¡Por fin llegué, hasta donde quería!

¡A un corazón que aunque herido!

¡Me quería!

 

Encarna Recio Blanco.




martes, 21 de marzo de 2017

¡Poesía! -De mi libro “Atardeceres de Fuego”



¡Poesía!

 ¡Quiero felicitarte amada mía!

Te llevo  tan dentro que eres parte de mi vida

Si no te tengo a mi lado no sé lo que haría.

 Cual droga te busco para que me calmes

Para que me alegres, para que me ames.

Eres esa dulce melodía que me emborracha

Cuando el amor a mi puerta llama.

 ¡Te necesito!

Cuando el dolor siento, el desamor presiento

Cuando la risa me llena y  cuando la tristeza acecha.

 Eres compañera de mis fechorías

Cuando mi pluma a veces, se dispara con osadía.

Tratas de enmendarme pero soy tozuda

En el pensamiento y en la altanería.

 Eres un oasis por donde me pierdo

Cuando ya no puedo más con mi enorme cargamento.

Eres  mi paz  mi sosiego, alimento de mi alma

Compañera de fatiga en las batallas.

 ¿Qué te diría poesía en este día?

Si mi amor está muy lejos, y en otra compañía.

Que vivo y que muero, que grito y que lloro

Y que los cielos hoy, tienen mil cerrojos.

 Siempre te cuento mis cuitas y todo lo que acontece

En este mundo de locos donde mi pluma perece.

Siempre demandando paz, sembrando esperanzas

Para aquellos que estén tristes florezca la luz

En sus almas.

 No sé si mi métrica será la adecuada.

No sé si los ritmos están  engarzados.

No sé si la estrofa están desmedida

Sólo sé, que es el corazón y el alma quien me  lo dicta.

 Eres ésa dulce  pócima que me emborracha

Con el néctar de tu aroma mi corazón descansa.

Eres indescriptible, etérea bella por dentro y por fuera

¡Quien tuviera la llave para abrir tu puerta!

 “Decía León Felipe:”

 Deshaced este verso, quitarles los caireles de la rima

El metro, la cadencia y hasta la idea misma.

¿Qué importa que la estrella esté rémora?

Y deshecha la rosa.

Aún tendremos el brillo y el aroma.

 Aventad las palabras y si después queda algo todavía

Eso será…La poesía.

 ¡Felicidades…Amada mía!


Encarna Recio Blanco.