Desnuda
bajo la noche
tiemblo
entre cuerpos hambrientos
y me
entrego a los rufianes
que me
pagan con dinero.
No buscan
mi belleza
tampoco
mi dulzura…
No les
importa nada más
que una
noche de lujuria.
De pasión
desenfrenada
que de
los dos, uno siente
yo
fingiendo que lo quiero
el
creyendo poseerme.
Están
lejos de mi alma
pero de
cuerpo presente,
aunque
les de ésas caricias
que mi
corazón no siente.
Desnuda
bajo la noche
la lluvia
me purifica.
Voy pagar
con ése dinero…
la
enfermedad de mi hija.
Encarna
Recio Blanco