He quemado mi almohada donde reposó tu cara.
He hecho sin compasión mil jirones de las sábanas.
He visto mi cuerpo sucio de tus caricias profanas
Y he limpiado bien mi boca, donde tú dejaste nada.
He destrozado mi mente recordando tus palabras
Y he visto dentro de mí, un anochecer sin causa.
Un desastre sin sonido. Un amanecer con lágrimas.
¡Mira lo que te has perdido donde tanto te esperaba!
Ya sólo tengo los dientes como una fiera enjaulada,
Que quiere morderlo todo, y al final, no muerde nada.
Pero aunque yo las contenga son tan enormes las ganas
Que si te tuviera aquí, destrozaría sin tocarte
Esa gallardía tan vana.
He tirado el cenicero humeante como tu cara.
He abandonado la casa para no respirar siquiera,
El olor que tú dejabas. Y golpeé mi cabeza.
Y me arañé las entrañas.
Y no tiro también mi cuerpo…
Porque dentro, está mi alma.
Encarna Recio Blanco