Seguramente
mi Dios, esta tarde, estará echando la
siesta, porque lo llamo, y ¡no me contesta! no me extraña, porque este sol
noviembrero, invita a ello, calienta más que el de agosto, ni llueve, ni nieva, ni hay ráfagas
ventosas por los oteros, ni copos de nieve, ni heladas en las madrugadas.
¡Ay! Esta tierra se ha vuelto loca, tan loca,
como los que estamos en ella.
Sin
embargo, en el suelo que ahora nos cobija, siempre hay tormentas, huracanes,
guerras, sequias, tempestades del poder, que hacen de los hombres fieras humanas.
No quiero molestarlo pero, me apremiaba hablar
con Él, pues simple y llanamente para cambiar impresiones, para preguntarle porqué permite este azote, a diestro y con siniestro, esta tristeza que asola
siempre, a los más desfavorecidos, en una sociedad que poco a poco, se va
desgranando, sin que sepamos cómo podemos conjugar las esperanzas con las
desgracias.
En
fin, le mandaré por tanto, unas líneas con estas cosas que en mi garganta ahora
se atragantan, al ver lo que a mí alrededor
pasa, veo, leo siento y presiento. ¿Puedes poner mi Señor con Tu poderosa mano un
poco de orden en este caos?
Tantas
falacias abusivas, mandatarios sin almas, niños
con hambre y sin padres ni cunas, asesinos con navajas detrás de las
esquinas, coches que estallan, llevándose la vida de muchos inocentes, campos
que se secan por la falta de lluvia, montes
que arden desconsolados, sin que sus lagrimas puedan apagar sus heridas,
barcos que naufragan en mares.
¡Si, si, no todo es malo mi Señor! el Sol nos
acompaña cada día, las flores en los rosales con sus perfumen nos alivian, los
mares nos acarician, no todo en malo, también hay muchos seres humanos, que
trabajan incansablemente por la Paz, y la Justicia, pero lo malo, parece que es
lo que más abunda.
Ya
no quiero Señor cansarte más, con tantas cuitas, sé de antemano, que Tus respuestas las encontraré, en esta fe
que me diste, y que cada día se estira…se estira.
Encarna
Recio Blanco