martes, 28 de noviembre de 2023

Quiero escapar- Reflexiones-


¡Quiero escapar! Quiero irme muy lejos donde el silencio sea mi perenne compañero, mi bálsamo, mi confidente.

 Irme trepando hacia las altas montañas de la tierra, los mares tranquilos, los desiertos callados y solitarios, buscando en la lejanía el árbol de la dicha, donde pueda encontrar el arca perdida.

Quiero escapar, para encontrarme de nuevo y poder amamantar a tantos niños hambrientos, donde pueda saborear la fruta prohibida de ese añorado sosiego, donde pueda encontrar un amor verdadero, unos brazos tiernos, unas caricias que me envuelvan.

Todo eso, me lo dieron alguna vez, en algunos momentos…pero al despertar de aquellos sueños, con gran dolor me daba cuenta, que no eran verdaderos.

 Lloré lagrimas de sangre, escribía cuando el sueño huía de mi cuerpo, y en las madrugadas rendida, sin saber donde anclar mis dedos, caía de bruces sobre la almohada, con los ojos abiertos.

 Desde el alba hasta el ocaso, esperaba sentada  a la vera de un poema enjaretado que mi pluma, no se atrevía a terminar.

Escapar para que  de mis ojos  desaparezcan los surcos morados, que emulan a la Virgen Dolorosa cuando su hijo con la Cruz a cuesta, cae de bruces sobre la árida tierra, que se abría,  al sentir el Santo cuerpo que de bruces, una y otra vez, caía sobre ella.

Clamaba a esas estrellas tan distantes, que me pusieran un punto de luz en mis mejillas, para transformar la negrura de mis cuitas.

¡Hui! Que  quiero! ya se doblan mis rodillas por el peso que llevo en mi mochila, me cimbreo con mi llanto buscando la armonía de las cuerdas de un violín que a lo lejos, como yo,  está suspirando.

¡Quiero fugarme! Por donde no existan alambradas, ni fronteras, ni fusiles, ni escopetas, donde los besos se regalen, donde el amor florezca, y la Paz se establezca para siempre.

 Por donde no sienta que a diario, se viola al hambre, al hombre, a una mujer, a un niño, a la pobreza, a los abrazos clandestino del poderoso, hacia su sirvienta.

 Por donde no vea que cada día  muere un ser humano inocente, por las balas furtivas de algún sicario, ni que un marido mate a su mujer, ni que un hombre se quede sin trabajo, donde en los hospitales no escaseen las camas, y los ancianos carezcan de los cuidados más elementales. ¡Dios mío!

 Esta pesadumbre me agobia el alma, me arde el corazón y se enciende como la reja en la fragua, que ante el fuego, se curva.

 Mi pobre corazón a veces, se escapa de mi cuerpo y cual  un fugitivo, no sabe donde instalarse, para encontrar el bálsamo sagrado de la Paz.

 Por la noche, me escapo por las callejuelas envuelta en una mantilla negra, como alma en pena y solo veo, que por las calles solo transitan, muñecos de cera, me vuelvo a mi madriguera y cierro las puertas, con cerrojos y cadenas.

Esta noche me juzgo y me condeno, sin encontrar al letrado que me defienda y me perdone la vida, por el intento.

Mis alas rotas planean, y en la tentativa por los aires se desploman, sin encontrar una rama  seca que las detenga.

Sentada en el cielo de las constelaciones, espero impaciente a que un Ángel caído me socorra, y mientras, escribo en una nube perezosa que me acompaña en la difícil travesía, de mi huida.

 

Encarna Recio Blanco.


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