Muchos días tengo unas ganas locas ¡De gritar!
Al ver a tantos seres humanos tirados por las aceras.
De subirme a una torre muy alta, muy alta, para que me oigan aquellos
que nos gobiernan y puedan detener, a tantos sin vergüenzas.
A los que roban y matan a mano armada, a los que violan y asesinan a mujeres,
jóvenes, ancianos y niños, a los que tienen con alambrada, cerradas las
fronteras, a los que distribuyen por el
mundo la droga traicionera.
A los que en sus atriles
como animales vociferan, sin hacer nada para aliviar a esas familias, que les
echan de sus casas.
A los que claman buscando el voto, haciendo caso omiso
de las carencias de los otros.
Muchos días lo veo todo
negro, aunque salga el sol, al ver a muchas almas en pena que transitan sin
encontrar a sus problemas la solución.
A los que comercian con
los emigrantes en las faenas, denigrando al ser humano y a todos aquellos, que se escapan de la ley por la puerta trasera.
¡Qué pena! De esos niños con abultadas mochilas cual Cruz a cuesta que van caminando entre la
guerra.
¡Qué pena! De los
enfermos que esperan en los hospitales para ser curados, más de la cuenta.
Cada día, clamo al Cielo
para que me abra sus puertas, pero me dicen que siga incansable en la faena.
¿Nadie me oye? ¿Nadie contesta?
¡Qué pena! ¡Qué pena!
Encarna
Recio Blanco.
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