Mirándote Nazareno horrorizada
Siento
una daga en mi alma
Una
punzada en mi pecho, al verte
Me
estoy contigo muriendo.
No se oyen los clarines, ni las saetas
Sólo
lamentos y oraciones
Al
ver Tus carnes desgarradas
Con
el peso de nuestras deudas.
Se estremecen las estrellas
Cuando
pasas Nazareno
Cargado
con el madero que redime
Los
pecados del mundo entero.
Un silencio inmaculado se expande
Por
la cuesta del Calvario.
La
primavera se abre y florece
Cuando
pasas tan desolado.
Tú que eres el hijo de Dios
De
la tierra y de los Cielos
Vas
cual lirio trasnochado soportando
El
duro madero.
¡Déjame!
¡que te sostengo!
No
puedo verte llorando
No
puedes verme muriendo.
¡Déjame que yo te ayude!
¡A
llevar ese madero!
Encarna
Recio Blanco.
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