Al nacer Dios nos regala a todos un corazón
Para que le portemos de por vida,
Y le llenemos de amor.
Es el motor de la sangre, el que la hace correr
Cual río que sigue el curso por cauces que no se
ven.
Donde el sentimiento anida. Donde el amor apacienta.
Donde la pena germina también en las tristes
vivencias.
Triste y a veces cansado nos avisa que paremos
La insensatez de la vida hace que no le escuchemos.
Otras, feliz y contento del pecho quiere escapar
Y con devoción le hacemos que calme su palpitar.
Noches madrugadas, días cual un exacto reloj.
Nos va dando la energía con su ritmo cual canción.
Y cuando nos enamoramos se vuelve loco…
Sin importarle la muerte, ni el dolor
Ni el abandono.
Encarna Recio Blanco
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