Hoy te he vuelto a ver, después de mucho tiempo, un tiempo interminable,
inmisericorde y cruel, un tiempo maldito, deshojando miles de recuerdos entre
fotos muertas.
Y como me parece haber pasado un siglo sin ti, y sin embargo, fue ayer el
eterno laberinto de nuestras pasiones. He recorrido con la vista el cuerpo que
fue mío, y que puede hoy ser de otra.
Fui pionera de tus deseos, y esclava de de tus pasiones, viajamos por el mundo girando por los caminos de un cuento, que alguien había narrado alguna vez.
¿Y cómo fue que esta tarde volví a cabalgar por el edén de tus
caderas? ¿Y cómo fue, que un minuto, pudo transformarse en largas horas? ¿Y
cómo fue capaz el sol dejar salir a la luna, a la hora del café?
¡Te esperé! Te esperé siempre, aunque jamás te lo dije, que es lo mismo que no esperar, te odié aunque nunca lo supiste, que es lo mismo que amar, y te añoro aunque con toda franqueza, jamás lo sabrás.
Seguiré con mi vida y haré grandes cosas, y habrá tardes y ratos, que no
piense en ti, y tu harás lo mismo, seguirás por tu rumbo, por tu camino, pero
al ver una rosa, o al venir por aquí, sin lugar a dudas, y con toda franqueza
sé, que te acordarás de mí.
Encarna Recio Blanco
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