Las altas montañas ahora dormitan, esperando
La caricia de las nieves en las interminables
Noches de hojarasca.
Un silencio sepulcral las envuelve soportando
Las tempestades con mano dura.
Altivas permanece entre un viento helado
Y bronco, cambiando sus
colores,
Le dan la bienvenida.
¿Donde emigraron las cigarras y los grillos?
¿Donde se fueron los rayos del sol que me abrasaban?
Donde se fueron las olas de aquella playa,
Que siempre me abrazaban.
Aquí estoy…
Abandonada a lánguidos recuerdos.
Esperando, lo que siempre espero.
Temblando por si llegara algún día
El hombre que más quiero.
Tiemblo al pensarlo retando al destino
Pero se malogra, se abre la herida,
Y en mi fuero interno sigo en esa espera
Aunque sé que el milagro nunca llega.
El otoño me desnuda y resplandece.
El futuro se me vuelve escarcha.
Ya no sé si estoy viviendo un sueño,
O una verdad Recia y amarga.
¡Otoñeció de pronto!
Encarna Recio Blanco.
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