miércoles, 16 de octubre de 2013

Silencio absoluto.


 

Silencio absoluto en el valle, ni los pájaros cantaban.

Por la vereda abrupta aquella mujer caminaba. 

Unos folios en blanco en sus manos, que el viento zarandeaba.

Y en el Cielo mil nubes traviesas al escondite jugaban.

 Cansada se tumbó en la vereda quedando su cuerpo

 Pegado a la tierra, que la acunaba como a una niña pequeña.

La regó con su llanto, le contó sus penas de amor

Y aquella terrible pesadilla que la trastornó.

 Todo era silencio, quietud y misterio, el monte espiaba…

A lo lejos, unas campanadas llamaban a duelo.

El ocaso apareció de improviso, los folios en blanco gritaban.

Las vacas mugían, y los corderos volviendo al redil, lloraban.

 Sus ojos miraban sin ver, ni la grandeza de Dios

Y cerrándolos dulcemente a su lado voló...

 

Encarna Recio Blanco.





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