Mi refugio era una higuera.
Mi compañera una vaca.
El bolígrafo una espiga.
Mi blog la tierra callada.
En cada surco sembraba
Sueños y mil esperanzas,
Que regaba muchas veces
Con mis lágrimas amargas.
Aquellos Campos dormidos
A veces se despertaban
Y las brisas me traían
Con acordes, la esperanza.
Aquel molino rodando.
Aquellos trigos dorados.
El chirriar de los trillos
en sus campos bordeados.
El cantar de un labrador.
Los rebaños tranquilos
Que pacían en las praderas
Con su pastor por testigo.
Campos de un Lugar tranquilo
Humilde y desconocido.
¡Cuanto…cuanto, te sembré!
¡Entre suspiro y suspiro!
Encarna Recio Blanco.