La niebla esconde mis
pasos
Que torpes se
tambalean
Por un camino
prohibido
Que tomé sin darme
cuenta.
En mi mochila llevaba
Unas pocas
pertenecías,
Unos libros, mil
cuartillas
Para escribir junto a
la hierba.
Mi bastón eran mis sueños
Altos como las palmeras
Cimentados con amor
Del corazón a mis
venas.
Un cofre de amor repleto,
Los sembré en una
ladera
Para ver si florecía
En otoño o en primavera.
En mis pies las mil heridas
Que me sangraban con
fuerzas,
Intenté parar en
seco,
Pero el freno no me iba.
Más la niebla se adentraba,
Más oscuridad volvía,
Y la venda de mis
ojos
Nadie quitarme podía.
Al final de aquel camino
Al que llegué
dolorida…
Comprendí, quizás muy
tarde
Su tremenda cobardía.
Bajo una higuera frondosa
Traté de dormir un
rato
Y aquel perro callejero
Lloró conmigo
asustado.
Encarna Recio Blanco.