Les hice caso y, me perdí por una
playa lejana y solitaria.
Un pequeño macuto con unos cuantos libros
que hacía muchos meses no pude leer, un
bañador, unos pantalones raídos, una pamela de flores y unas enormes
gafas para que nadie me reconociera.
Me perdí, como una
cabra por el monte, por las orillas azules
de las aguas, por las arenas calientes, y por aquellas aguas cristalinas que me
purificaban.
Me adentré por sendas donde sólo se oían los pájaros,
donde había muchos árboles con sus vaivenes y que su sombra me servía como
cobijo en las horas donde el sol abrasaba, y en los atardeceres dorados.
Atrás quedaron los relojes, los maquillajes, los vestidos de lentejuelas, los periódicos, que siempre me sobresaltan por las noticias inquietantes que llevan en sus editoriales cada día, y en las “Ondas de la Noche” la agenda y el móvil.
Ahora estaba desnuda frente a un mar en calma que me abrazaba, con el silencio del atardecer que me mimaba, entre las cálidas arenas que me susurraban.
Ahora quiero poseer y que me posea el
mar, el silencio lejos del mundanal ruido.
El mundo a veces, me iba envolviendo
en una vorágine vertiginosa que me agobiaba, que me inquietaba, que ya no podía
seguir, así es, que me fugué para encontrarme.
…Y aquí estoy de nuevo, con mi piel que negrea, con miles de poemas que bullen en mi mente pidiendo salir, con mi alma relajada, con mi corazón en calma, y con más fuerzas para seguir en la brecha.
Ya estoy de nuevo con
vosotros amigos, esta ausencia era necesaria.
Seguimos unidos en el rincón de la Paz, del Amor y de la
Poesía.
Encarna Recio Blanco.
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