Ese beso que te transporta hacia cumbres relucientes
Donde la piel y los huesos, se encienden.
Ese alarido que te lleva por ignotos recovecos,
Huracanes, amalgamas, de sensaciones y deseos.
Donde se te ofrecen aromas y melodías,
Con un eco grávido hacia la cúspide del cielo.
Bocas que perecen juntas en el eterno oasis
Desconocido, de esa estrella que no descansa.
Quien no arde entre unos labios,
Se ha confundido de corazón…y de boca.
Encarna Recio Blanco.
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