Fue una tarde de verano
Cuando yo te conocí.
No me dijiste tu nombre
Pero tal vez lo intuí.
Estaba el mar en acecho
Las olas embravecidas
Y los Ángeles del Cielo
Nos miraban desde arriba.
Descalza frente a la orilla
Yo me topé con tus ojos
Y los guardé de por vida.
No hablamos apenas nada
Pero en el aire se oía
Sólo palabras de amor
Que el silencio me decía.
En tálamos atolondrados
Que se amaban locamente
Con las prisas del pecado.
Y nuestras almas también
Y conocimos el fuego
Que tanto quema después.
Se engendró en nosotros algo…
Que sin nombre lo llamé
Sin darnos
explicaciones
Más
nos amamos después.
Y no se quiso esconder
La aurora llegó de pronto
Y nos hizo renacer.
Al terminar el verano
Ya no te volví a ver
Se esfumaron con sus rayos
El calor que
tanto amé.
Esperaba tus ausencias
Junto a la orilla del mar
Se reían las caracolas
De mi espera y tú tardar.
Y pasaron más veranos…
Y te vi casado ya...
Ibas con ella del brazo
A la orilla de aquel mar.
Sin decir ni una palabra
Tan sólo los corazones
Salieron para gritarlas.
A la orilla de otro mar…
Las olas se equivocaron
De dirección y de hogar.
Sólo sé que aquella noche
En tus brazos yo sentí
Lo que quizás nunca ella…
Ha sentido junto a
ti.
Encarna Recio Blanco.
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