De mi propia cosecha te di aquel racimo,
Que mis pies patearon para hacerlo vino.
Vino que bebiste con gran avaricia,
Y te emborrachaste una noche fría.
Abrazada a ti más quería sentirte
Pero aquel letargo tú no conseguiste.
Te daba mi alma en caja de plata.
Te abría el corazón con todas mis ganas.
Gemidos de fieras escuchaba el mar.
La Luna furiosa me empezó a gritar…
Que veloz me fuera de tu borrachera.
Que eras alimaña buscando la presa.
El tiempo postrero me dio la razón
Querías un juguete y eso...no era yo.
Encarna Recio Blanco.
Hola, Encarna.
ResponderEliminarUn placer saludarte.