He decidido aceptar la responsabilidad de tener seis años nuevamente, sí, quiero ir a un “McDonald” y pensar que es un restaurante de cinco tenedores.
Quiero
navegar con barquitos de papel en un estanque, y hacer anillos tirando las piedras al agua, para poder
valorar lo sencillo otra vez.
Quiero
pensar en que los dulces y los amigos, son mejores que el dinero, quiero tomar
largos baños y dormir diez horas todas las noches, quiero abrazar a mis padres
todos los días, y pensar que son para siempre.
Quiero regresar a los tiempos, donde la vida
era simple, cuando todo lo que veía eran colores, tablas de sumar y cuentos de hadas,
y eso, no me molestaba, porque no sabía, que no sabía, y no me preocupaba, por
no saber.
Cuando
pensaba que lo peor que me podía pasar en la vida, era que alguien me quitara
la pelota, o me erigiera el último, para ser compañero de un equipo, o escribir
aquellos versos tan ripiosos, que escribía cuando tenía siete años.
Quiero
volver a mis seis años, para pensar que el mundo es justo, que todos y todas
las personas son honestas y buenas, que no hay envidias, quiero pensar que todo
es posible.
Pero
en algún lugar de mi juventud, maduré y aprendí, quizás demasiado, aprendí,
como la gente no sabe querer ni amar, como nos destruimos entre nosotros, como
las envidias nos rodean, y nos hacen desear el mal.
Maduré,
me contaminé y aprendí sobre mentiras, sufrimientos, enfermedades, guerras,
dolor y muerte.
Aprendí,
como el dinero maneja nuestras vidas, como ya no importa el sentir, sino el
conseguir, conseguir, cada vez más y más.
Pero
yo renuncio, quiero volver a vivir simplemente, nuevamente, no quiero que mis
días sean de jornadas interminables, de trabajos, de materialismos, de noticias
deprimentes, de envidias, de chismes, de enfermedades, de trenes que
descarrilan, y que hay que sumarnos, al dolor de esas familias. ¡Ay amigos! Quiero
creer en el poder de las sonrisas, que nos volvamos a alegrar.
Quiero
volver a mis seis años, y quiero que por un momento, dejéis el ordenador, que paréis el coche, que
dejéis de trabajar y que os vengáis al
rincón de los sueños, a sonreír y a soñar con nosotros.
Encarna
Recio Blanco.