Me parieron una mujer
Recia de genio
Blanca por dentro.
Con un corazón lleno
De fuego y de
verso.
¡Sin yo quererlo!
Porque confié en aquellos…
Que tenían miel en sus labios
Y veneno en sus corazones.
Me parieron una mujer
Recia de genio
Blanca por dentro.
Con un corazón lleno
De fuego y de
verso.
¡Sin yo quererlo!
Porque confié en aquellos…
Que tenían miel en sus labios
Y veneno en sus corazones.
Nos cruzamos por la gran
avenida
Sin medir ni un
saludo ni una palabra
Cuando los
villancicos por las calles ya se oían.
Tal vez, calor en las
tuyas o una ayuda
Para mitigar tu hambre atrasada
Tu dolor, tu sed y tu
amargura.
Con tus manos
tendidas al viento
Entre tus pobres
harapos y con tu mirada
Perdida entre el frio
asfalto que te sostenía.
Que te han encontrado
muerta…sin vida
Arrebujada a una mísera
manta
Como un pajarillo sin
nido y sin alas.
Mi interior se ha revelado
como un volcán
Que arde entre fuego
y lava sin poderte
Donar tan sólo… estas
dolientes palabras.
¡Por este mundo! ¡Dios mío!
¿Qué está pasando?
Solo veo dolor
Injusticias y en los
gobernantes mentiras.
Les seguiré preguntando cada día de mi vida
Si tienen conciencia, asilos y camas
Comida y abrigo, para
tantas almas
Que no tienen nada,
ni a nadie…
Que les bese el alma.
¡Descansa en Paz
mujer!
Encarna Recio Blanco.
Calla que no quiero oírte
Escucha solo el silencio
Que la noche pase despacio
Sobre nuestros cuerpos.
Amarnos sin miedos
Sin padecer la derrota
De la pasión y el deseo.
Y sumidos entre besos
Por siempre seremos uno
Rozando lo eterno.
Por la que juntos vayamos
Hacia ese paraíso
Que siempre soñamos.
En el cenit de tu abrazo
Con la luna por testigo
Amándonos.
En el balcón del pecado
Con las benditas caricias
Que el cielo nos ha brindado.
Y nos lleve de la mano
Para quedarnos por siempre
En la eternidad soñando.
Encarna Recio Blanco.
Al ritmo de los jadeos
De tu cuerpo en mi
cuerpo
Lleno de fuego.
Esta noche las estrellas
Tienen destellos nuevos
Para alumbrar nuestro
lecho
En la ceremonia de los
deseos.
Con su manto blanco
Para asistir al festín
De nuestros labios.
“Atardeceres de fuego”
Encarna Recio Blanco.
Ella va tan ufana paseando por las calles, con su mirada negra y perniciosa, oteando la presa como un león con hambre.
Ella
no se para en edades, ni en las clases sociales, ni en machos, ni en hembras,
ni si son jóvenes, o viejos, si tienen la piel blanca, o la piel negra, nadie
se percata de su presencia ni se paran a pensar, que a su lado la llevan.
Todos
van con cerrojos en los ojos y el macuto pesado, llenos de marañas en sus
espaldas, tan aprisa en esa carrera, donde los necios bregan, hacia la meta de la esclavitud,
volando sin alas, hacia una empresa que le paga una miseria.
Cuando
por la calle pasa Ella, hasta los muros se estremecen por su presencia, pero el
ser humano ni se da cuenta, o la ignoran, como si no fuera con ellos la sombra
negra.
Las
calles ahora, están llenas de gentes que tranquilamente pasean, otras, en veloz carrera quieren entrar en las
tiendas, porque empiezan las rebajas y quieren atrapar la mejor de las prendas.
Ella sigue oteando a sus presas…
Ahora,
por los aires huele a cenizas funerarias, a gobiernos rearmados, a misiles que
se estrellan sobre un avión, que con gran estruendo, explota llenos de
almas, quedando carbonizados en la tierra.
Los
edificios, ahora que se aproxima la Navidad, están iluminados con luces de
colores de tal manera, que brillan con serpentinas onduladas como si fueran
estrellas.
Dentro
de esos edificios iluminados, los cuerpos moran con las miradas perdidas, las
sogas al cuello, y sin decirse ni una sola palabras, se matan unos a otros por
la espalda, a sangre fría, o violando a la madre, que pario a sus hijas.
En
mi deambular a Ella la veo y su presiento por estas calles, me aterra con su
guadaña a cuesta, y un escalofrío recorre mi cuerpo de pies a cabeza.
No
quiero saludarla por si se me acerca, trato de esconderme detrás de una puerta
y pasa a mi lado, pero no se acerca.
Respiro
aliviada, pero mi alma en vilo me va recordando, que tal vez, otro día en el
que yo la presienta, venga de frente, me pare y me diga, que tengo que irme con
Ella... quiera yo…o no quiera.
Encarna
Recio Blanco.
Mi boca te busca
Por cada rincón
Mis bellos poemas
Suplican tu amor.
Si no te presentas
Y paso los días
Sin darme ni cuenta.
¿Me buscas amor?
Dime que me quieres
Para que mi alma
A tu lado vuele.
Con razón o sin razón
Y treparé por los muros
De tu corazón.