¡Mujer…mujer…mujeres!
Hoy mi pluma clama para ti porque eres…
Esa estrella brillante de la noche cuando el Cielo duerme.
Derramando la paz y armonía con la lira de tus sueños
Por todos los rincones.
Con tu velo de nácar las sombras amilanadas desaparecen
En el Olimpo de tus fuerzas hasta el mar se adormece.
¡Mujer…mujer…mujer!
Eres cual roca perenne que altiva nunca se deshace,
Aunque algunas veces, el rayo laceró tu bella frente.
Lirio trasnochado en la vertiente de muchos sinsabores,
Vas dulcificando poco, a poco, con sonrisas, los dolores.
Diosa de los tiempos abono cuando gime el azahar
Incandescente la llama de tu piedad.
¡Mujer…mujer…mujer!
La vida germina en tu cuerpo con semillas de amor impacientes,
Y la sementera fecunda florece en la tierra fértil de tu vientre.
Nodriza incansable…de tus pechos, cual fuente
Indulgente legas el maná sagrado donde los retoños
Se avivan y florecen.
Cual hormiga laboriosa te afanas en resguardar tus simientes
Para que el crudo invierno no las reviente.
Acuarela que Dios dibujó con sus manos
En el jardín donde la paz florece con una perla inmaculada
De diosa te tatuó la frente.
Refugio para el hambriento en el desierto de las esperanzas.
Timón de un velero cuando naufraga.
Tu grito callado a veces, nadie oye en un Mundo yermo y sombrío
Donde las voces, por acantilados de temores mueren.
Hoy mi grito elevo para ti mujer con tal fuerza y en tu nombre,
Que llegará hasta los confines de esta tierra para que te adoren.
¡Si das la vida mujer! Que nadie te haga llorar…
Porque Dios va contando tus lágrimas para multiplicar
El amor en tu corazón que tienes que regalar.
Encarna Recio Blanco.