Me
dijiste que llegabas
y
en la estación te esperé,
pero
pasaban las horas
y
nunca llegaba el tren.
Los
minutos se me hicieron
tan
largos como los días
mis
ansias se despertaban
y
tú, nunca aparecías.
Era
una hoja en el suelo
que
el viento sólo movía,
Era
una gota de agua
que
en el mar se debatía.
Era
un mendigo sin sombra
que
una limosna pedía.
Una fulana descarada
que
en la esquina se vendía.
Quise
llamar a la luna
que
me hiciera compañía,
pero
se escondió coqueta
tras una nube que ardía.
Tanto
tardaba tu tren…
que
el alma se me partía
ya
ni mis ojos veían
aquella
estación tan fría.
Unos
iban…otros venían
como
las horas del día.
y
se agitaba mi pecho
por
el dolor que sentía.
Regresé
sobre mis pasos
el
silencio compartía
mi
vuelta sin tu regreso…
En
esta estación tan fría.
Encarna
Recio Blanco