El amor, el amor, es esa pócima milagrosa que cura las tristezas, es el motor que hace andar a los sueños, el bálsamo sagrado del alma, es algo, que no se toca, se siente, no se hace, se construye, no se busca se encuentra, no se pide, se entrega.
Hay que sentirlo aunque solo sea entre los
sueños y contar los segundos que pasan hasta verlo. Esperarlo impaciente en el
banco de los deseos, o deshojando margaritas en la ciudad perdida de los
recuerdos, en las ruinas que la noche deja marchitas sobre nuestra almohada.
Hay que saborearlo, por
las ligeras esquinas de las emociones, por los lejanos valles de la madrugada,
y por la eterna sonrisa de la luna.
A cada paso, en cada
libro, en todas las estrellas que se
posan en el firmamento, en la cara oculta
del matiz, que guardan nuestros
secretos, en el Frío de la noche, en el cálido encuentro, en las brumas de los
mares, en lo oscuro de un cuerpo, y en
cada momento de nuestra vida.
Hay que esperarlo impaciente en el Cielo de los elegidos, en la
nube roja del destino, en la cara y la cruz, de cualquier quimera, en el valle,
en las montañas, entre las olas del mar, en las mieles de la brisa, o en la
oscura guarida, donde por la noche la
tormenta anida.
Hay que decir te quiero,
te amo en la pobreza, en lo rico del momento, en la calle más poblada, o en la soledad de un desierto.
El amor, siempre hace una parada en el andén de nuestra estación, para preguntarnos, si por un día, somos capaces de amar de verdad a alguien más, que a nosotros mismos.
Si tenemos amor
encontraremos las fuerzas para el
perdón, las esperanzas en las batallas, la seguridad en el palco del miedo,
y en los desencuentros.
Hay que atravesar
desiertos a veces, para encontrar un oasis en lo más recóndito de la tierra, en
nuestros corazones, y dejar a la criatura,
que vive dentro de nosotros libre, alegre y feliz.
En el amor hay que tener
la madurez para decir me equivoqué, la
valentía para decir perdóname, la sensibilidad para decir, te necesito, y
la capacidad para decir te amo…te amo.
Al amor, le pedimos alas
para volar lejos, y en la distancia vemos donde nos encontramos, el nos da
tiempo para aprender de lo vivido, para luchar y saber con quién nos
enfrentamos, para correr y llegar a un buen puerto.
Si no tenemos alas, si carecemos de
tiempo, si no tenemos días, ni cielos, ni noches en vela, ni siquiera tenemos sueños, no podremos
seguir viviendo.
Esta noche memorable, en
la que celebramos con la poesía día de los enamorados, donde hablamos de
corazón a corazón, les diré que guarden el amor como el tesoro más grande de
sus vidas, en un cofre repleto de bellos retratos, de buenos recuerdos, de
poemas de amor, aunque sean lejanos, y sobre todo, aquellos primeros besos en
la soledad de una noche cualquiera.
Les diré que sueñen
despiertos, a cada momento del día, y que vivan con Intensidad, todas las
situaciones que nos ofrece la historia que interpretamos.
El tiempo todo lo palia,
y que los minutos son eternos, tanto… como nosotros queramos alargarlos.
Les diré, que tanto en
el amor como en las guerras, no hay soldados sin heridas, pero también nos
aportan las más bellas de las alegrías.
Espero y os deseo, que
tengáis suficiente felicidad para que seáis más dulces, que tengáis las
suficientes pruebas para que os hagáis más fuertes, y suficientes esperanzas,
para alcanzarlo.
El amor es como un
viaje, lugar de salida, una mirada, lugar de llegada, un corazón, y sobre todo,
recordar que antes de tocar unos labios hay que acariciar el alma, y que antes de conquistar un cuerpo, hay que
tratar ganarse un corazón.
Hoy les deseo amigas y
amigos enamorados, las más grandes de las pasiones, les auguro el más bonito de
los versos y el cofre más repleto de amor, y sobre todo… no os olvidéis cada
mañana, de pintar el amanecer, con una sonrisa.
Esta noche les voy a revelar uno de mis secretos más ocultos, todavía…todavía siento la pasión y el amor, con igual intensidad de cuando era una jovencita, en el único órgano que no envejece ¡Mi corazón!
Encarna Recio Blanco.
No hay comentarios:
Publicar un comentario