Para mí
la poesía es algo vital, algo, que no se puede describir con pocas, o muchas
letras.
Desde muy temprana edad, y gracias a mi
primera profesora, que seguramente vería
en mí, algo especial, o tal vez, que era una romántica y soñadora criatura, que
ya apuntaba maneras.
Ella
puso en mis manos muchos libros, de poesías que devoraba, a Santa Teresa, Juan
de la cruz, Bécquer etc. y entonces, comprendí, en todos ellos, que era el aire
que yo necesitaba para respirar.
Cada cual escribe por sus propias motivaciones, el mío es ese que me dominaba, es algo mágico, escribo y escribo, me lo pide la sangre, el útero, las uñas, las paredes, las personas, el aire, y el sol.
Es ese
sutil momento, en el que me quedo ensimismada, sacándome del alma recuerdos,
sensaciones, caricias, dolores y besos perdidos.
Es, como si necesitara traducir lo que percibo con los sentidos, y los sinsentidos a mi propio idioma, es mi manera personal de interactuar con el mundo sin una máscara, pero a la vez, permitiéndome usar todas las máscaras, una forma de medir la realidad, o la mentira que percibo, y preguntarme si no estaré confundiendo una cosa, con la otra.
Escribo, y creo que esto sólo me pasa a mí, porque cuando lo hago, doy todo lo que soy, todo lo que no soy, dejo de ser lo que soy, y anhelo ser, lo que no quiero ser, en fin este galimatías, que tal vez, no podáis comprender.
Escribo porque me siento libre cuando lo hago, porque mi alma se vacía y mi corazón se abre, se llena, me da igual si tienen, o no tienen, valor literario lo que escribo, es una manera de hablar conmigo misma, de gritar, de reír y de llorar, además ¿quién está capacitado para censurar, o valorar los sentimientos?
Algunas veces pienso, que a donde irán a parar estos folios, cuando me vaya definitivamente de este mundo, ¿Qué será de ellos? ¿Quienes los leerán? ¿Qué epítetos me dirán al ver la cantidad de lamentos, que hay en ellos escrito?
No pienso romperlos, si acaso, me gustaría donarlos a algún colegio para que las nuevas generaciones lo pudieran leer, pero esa época será tan distinta, que me da miedo hasta pensarlo, si ahora hay ordenadores, móviles, etc.
¿Que habrá en esos momentos donde yo esté ya
en la luz?
Me mareo al pensar en ello, así es que seguiré escribiendo y que sea lo que Dios quiera que sea.
Son
retazos de mi alma y de mi corazón, pero de lo que si estoy casi segura
es, que aquellos que me lean pensaran:
¡Esta…ha vivido!
Encarna
Recio Blanco.
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