Esta mañana temprano
Llamé a los cielos
para felicitarte
Pero todas las líneas
estaban ocupadas
Y entonces mi pluma
obediente
Se puso a escribirte.
Que tu nombre me
acompaña
Como un rezo en la
Iglesia
Como un canto
Que no necesita
garganta.
Me basta recordar tus
manos
Amasando la vida sin
quejarse
Tejiendo amor con
silencios
Levantando mañanas
con tu aliento.
Que cada vez que alzo mi voz
Te llevo conmigo
Como si mi garganta fuera
la tuya
Madre, hoy no me
contestan los cielos
Pero tú siempre respondes
En la forma en que el
aire
Se vuelve abrazo.
Acaricia mi rostro
sin razón
Y así, Madre, sin
teléfono y sin cielo
Te felicito con lo
único que tengo
Con esta voz que tú
sembraste en mí.
Esta tinta que lleva tu sangre
Este amor que no cabe
en el papel.
¡Feliz día, Madre! ¡Feliz
día Madre mía!
Aunque no me contesten
los cielos
Yo sé que tú, me estás
escuchando.
Encarna Recio Blanco
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