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viernes, 5 de abril de 2019

Vivo por donde las ánimas pasean...


Vivo por donde las ánimas pasean.

Por donde los sepelios se suceden.

Por donde las campanas repican

Unas veces alegres, otras cansinas.

Cuatro palmeras frente a mis ventanas

Impenitentes hacen guardia.

Por donde las beatas van al rosario

Con sus lenguas afiladas.

Por donde los niños corren y saltan

Mientras sus madres se toman la horchata,

Anunciando a voz en grito

 Que una boda viene, para fisgonearla.

 Vivo entre mis blancas paredes

Llenas de folios, poemas y cartas,

Que voy escribiendo,

Y guardando en el arca.

Vivo por amor y para amar a la vida,

Y a todos aquellos que me lo demandan,

No distingo colores ni razas.

Amo, como quisiera…

¡Que a mí me amaran!

 

Encarna Recio Blanco

 

domingo, 21 de octubre de 2018

En la calle de las ánimas...


En la calle de las ánimas tengo mi casa, prendida

De dos palmeras frondosas que sostienen mi alegría.

 Las campanas de la iglesia me acompañan noche, y día.

Los entierros y las bodas, bautizan mis fantasías.

Ánimas impenitentes me saludan al pasar,

Van con las mantillas negras y las lenguas, a explotar.

 A mi lado se amontonan y las quieren declamar

Con voces desafinadas y cargadas de maldad.

Oigo gritos en la noche lastimosos sin parar,

Cortejos de solitarios que por las calles van.

El viento ruge cansado cuando las ve pasear,

Parece que las retira pero las deja pasar.

 Ánimas que vienen siempre cuando me empiezo

A inspirar, y que ahuyentan a mis musas,

Cuando contentas están.


 Encarna Recio Blanco





viernes, 1 de junio de 2018

En aquel desierto de suspiros...


 En aquel desierto de suspiros, apareció la tormenta,

Inundando de arena su boca  que silenciaba sus penas.

 Se llenó el Cielo de lágrimas, la tarde, se tornó en algarabías,

Y los rayos junto a ella serpenteando sin piedad, caían.

 Miraba embelesada con temor, la danza de las palmeras

Entre el viento huracanado y el rugir de la tormenta.

 Masticando el perfume de la tierra mojada,

Su cuerpo se desplomaba, como una alondra sin alas.

 Sus ojos entornados y su boca musitaba  una plegaria,

Para acallar a sus adentros en tan dura batalla.

 En un preciso instante  apareció una paloma blanca.

Con un mensaje en su pico que decía;

No suspires ni llores por alguien…

¡Que no te ama!


Encarna Recio Blanco.