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jueves, 12 de octubre de 2017

Caminaba muy deprisa ...


Caminaba muy deprisa por las sendas de la vida.

Quería llegar muy pronto a escalar las cimas.

Trepaba montes y valles, senderos con mil espinas,

Chozas donde descansaba a la vera de una hormiga.

Burdeles de carretera donde siempre aparecía,

Un rufián de no sé dónde, que cama quería.

Visité pueblos lejanos y a veces, me detenía,

Pues me ofrecían en la noche un poco de compañía.

Un colchón de paja pura, unas palabras benditas.

Un fogón con cuatro brasas que me revivían.

Proseguía mi caminar cuando el alba aparecía

Con mi macuto a la espalda siempre lleno de poesías.

En los palacios me escabullía por la puerta trasera.

Aquellas damas me miraban de muy mala manera.

Salía  a escondida para no ser vista

Mi atuendo desentonaba en aquella jauría.

¡Por fin llegué, hasta donde quería!

¡A un corazón que aunque herido!

¡Me quería!

 

Encarna Recio Blanco.




viernes, 10 de marzo de 2017

En un valle angosto...


En un valle angosto de árboles secos

Viajé aquella noche desnuda en un sueño.

Estaba muy sola sin poder huir

Entre aquellos parajes que no tenían fin.

Las hojas de un árbol cayeron al suelo

Y me recordaron un triste suceso.

De piedras rocosas, de ríos dormidos,

De aguas muy negras, y de un inmenso frío.

 Cubrí como pude mi pobre esqueleto

Y fui tropezando por aquel sendero

No se oía nada, no mugían los becerros,

Sola en la negra noche entre rayos y truenos.

 La luna muy blanca se asomó un momento

Entre la tormenta, y entre el frío viento.

Clavada en el suelo seguía implorando al buen Dios,

Que me rescatara de aquel agujero.

 Mis huesos gastados, mis manos dormidas

Se paralizaban al no encontrar salida.

Ni en los mudos setos, ni en el monte inquieto

No escuchaba un eco de renacimiento.

   Aquel sueño seguía, no tenia fin

Las horas pasaban sin poder huir.

Existen momentos que son para siempre,

Y tristes fantasmas que vuelven a verte.

 Visitan tu alma, con duros recuerdos

Abriendo las heridas sin tercos ungüentos.

Y en aquel sueño eterno de la noche fría

Recordé tus brazos que me rescatarían.

 Aún sabiendo que todo había terminado

Temblaron mis manos, viviendo el pasado.

Hay cosas que pasan y sin más se olvidan,

Y hay hechos que marcan, toda nuestra vida.

 

Encarna Recio Blanco.




sábado, 15 de noviembre de 2008

En lo alto de una encina




En lo alto de una encina.

En el monte solitario.

Entre las olas del mar

Un truhán viene cantando.

Un cantar que yo no entiendo.

Unas letras caducadas.

Una sonrisa fingida

Con una venda tapada.

 Las ninfas y los demonios

Le acompañan en su farsa.

Vienen con la capa negra,

Con laúdes y guitarras.

El cortejo se aproxima

A la encina solitaria

Donde yo mecía mi amor

Lejos de viles patrañas.

Quiero correr y no puedo…

Estoy de manos atadas

Con mis ojos fijos y abiertos

Pero no puedo ver nada.

El Cielo me abre sus puertas

Para asilar a mi alma

Que huye despavorida

De este Mundo...Que me engaña.


 Encarna Recio Blanco.