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viernes, 10 de marzo de 2017

En un valle angosto...


En un valle angosto de árboles secos

Viajé aquella noche desnuda en un sueño.

Estaba muy sola sin poder huir

Entre aquellos parajes que no tenían fin.

Las hojas de un árbol cayeron al suelo

Y me recordaron un triste suceso.

De piedras rocosas, de ríos dormidos,

De aguas muy negras, y de un inmenso frío.

 Cubrí como pude mi pobre esqueleto

Y fui tropezando por aquel sendero

No se oía nada, no mugían los becerros,

Sola en la negra noche entre rayos y truenos.

 La luna muy blanca se asomó un momento

Entre la tormenta, y entre el frío viento.

Clavada en el suelo seguía implorando al buen Dios,

Que me rescatara de aquel agujero.

 Mis huesos gastados, mis manos dormidas

Se paralizaban al no encontrar salida.

Ni en los mudos setos, ni en el monte inquieto

No escuchaba un eco de renacimiento.

   Aquel sueño seguía, no tenia fin

Las horas pasaban sin poder huir.

Existen momentos que son para siempre,

Y tristes fantasmas que vuelven a verte.

 Visitan tu alma, con duros recuerdos

Abriendo las heridas sin tercos ungüentos.

Y en aquel sueño eterno de la noche fría

Recordé tus brazos que me rescatarían.

 Aún sabiendo que todo había terminado

Temblaron mis manos, viviendo el pasado.

Hay cosas que pasan y sin más se olvidan,

Y hay hechos que marcan, toda nuestra vida.

 

Encarna Recio Blanco.